MAQUINA QUITANIEVES

Hoy en día, con el cambio climático y los medios existentes para la limpieza de la nieve, ha disminuido considerablemente la repercusión de las nevadas en la explotación de los ferrocarriles de montaña. En Cantabria en sus zonas de la cordillera, tanto en la línea Santander–Alar (Puerto de Pozazal-982 metros) como en el trayecto del Ferrocarril de La Robla (Los Carabeos-954 metros), los problemas de circulación durante los temporales de nieve fueron muy frecuentes. Las nevadas, en lugares como Mataporquera, Reinosa y las Rozas, con cierta frecuencia, alcanzaban alturas de 1,5 metros y la ventisca amontonaba 3 o más metros de nieve en las trincheras.

Para la limpieza de la vía se emplearon, desde el comienzo de los  ferrocarriles, dos locomotoras exploradoras de vapor, unidas por sus ténderes, con cuñas quitanieves adosadas en su parte frontal que realizaban repetidas pasadas por la vías nevadas.

En el año 1962, Renfe, con la ayuda americana, adquirió una máquina quitanieves automotriz Martín Beilhack, fabricada en el estado de Baviera, de 27 t. y de 10,75 m de longitud, con velocidades de trabajo entre 0,5 y 50 km/h. Poseía una gran capacidad de lanzamiento de nieve entre 10 y 50 m. Este modelo único, ha sido la máquina quitanieves más potente del Estado. Prestó servicio en la zona de Pozazal y en el ramal de Quintanilla de las Torres-Barruelo; aunque por poco tiempo, por ser menos frecuentes y copiosas las nevadas de los últimos lustros.

Después de su entrega por Renfe a la Asociación de Amigos del Ferrocarril, ha sido cuidadosamente pintada a cargo del Ayuntamiento de Santander.